Cada vez más, ante la demanda de nuestra sociedad, inmersa en una cultura de culto al cuerpo y a la belleza, los laboratorios y equipos de investigación están aunando sus esfuerzos en estudiar los procesos fundamentales que acontecen durante el envejecimiento de la piel con el fin de poder hallar el tratamiento más eficaz para combatirlos.
¿Pero qué sucede en ella para que pierda brillo, elasticidad y firmeza? ¿Cuáles son los fenómenos que determinan el envejecimiento cutáneo?
La piel envejece porque se produce en ella un acumulo de circunstancias: un enlentecimiento de la renovación celular, la deshidratación y la oxidación.
El propio devenir del paso del tiempo hace que el proceso de la renovación celular cada vez se enlentezca más provocando que el tejido epidérmico se debilite y se vuelva más fino. Todo ello a expensas de la disminución del espesor del estrato corneo de la epidermis, que es la capa más superficial de la piel y cuya principal función es la protección frente a agentes externos. Por tanto, cualquier alteración a dicho nivel producirá un aumento de su fragilidad, dando lugar, entre otras cosas, a la aparición de manchas y cambios de pigmentación. Además, no sólo se afecta la capa córnea sino que también disminuye la cantidad y calidad de las fibras de colágeno y elastina, produciendo una disminución de la capacidad de recuperación de la piel y una pérdida de elasticidad y firmeza, apareciendo las líneas de expresión y arrugas.
La pérdida del grado óptimo de hidratación cutánea es consecuencia directa de la reducción de loa agentes implicados en la retención acuosa tales como aminoácidos y proteínas, que menguan la capacidad higroscópica de la piel, adoptando un aspecto más apagado y áspero. Para ello es fundamental aplicar sustancias hidratantes que permitan mantener el nivel de hidratación adecuado.
Por último, en el caso de la oxidación, la causa inmediata es el daño directo a las partículas presentes en la piel. Está ocasionado principalmente por la generación de radicales libres que destruyen el colágeno y la elastina provocando que la epidermis pierda firmeza y elasticidad. A su vez, el acumulo de estas sustancias dañinas para el organismo reduce también la capacidad de recuperación de la piel ante las diferentes agresiones, tanto internas como externas, y aumenta las líneas de expresión y la aparición de arrugas. La mejor forma de regular el efecto perjudicial de los radicales libres en nuestro cuerpo es a través de los antioxidantes como son la vitamina A o betacaroteno, vitamina E o la vitamina C, entre otros.
Por todo ello, debemos combatir todos estos aspectos para que nuestra batalla contra el envejecimiento cutáneo sea efectiva, a través de principios activos y productos que actúen desde la raíz del problema.